El joven kazako Iskander Orynbekov se dedica a lo que muchos de sus conterráneos, chatarra caída del espacio. Los habitantes de Kazajstán que viven muy cerca del cosmódromo Baikonur han sabido sacarle provecho a los restos de las naves y satélites que caen a la tierra cuando éstos son enviados al espacio, pero Iskander, a diferencia de ellos, utiliza un método sofisticado que le da ventaja: a través de la radio espía las conversaciones que tienen lugar en la plataforma de lanzamiento, de manera que conoce con exactitud el punto donde caerán los restos de metal.