Vuelven estos dos pájaros a unir sus voces, entre la lírica y el desgarro, Serrat y Sabina. Durante una pasada gira los espectadores pudieron abatirlos a los dos con un solo tiro, pero esta vez serán estos pájaros los que dispararán sobre las escopetas. Cada uno con su esplendor, con su veneno. Joan Manuel Serrat conserva intacta la rebeldía moral, tenaz, comprometida de unos tiempos difíciles, pero siempre envuelta en el aura de una dicha de vivir, a favor de placeres sencillos, la melancolía de aquellos tranvías que transportaban hacia las playas los domingos a gente vencida y devolvían a la ciudad solo derrotada por el sol, con los labios salados y la piel quemada. Y entre tantas palabras de amor de Serrat, los gritos afónicos de Sabina, ambos fundidos, y aunque los dos crucen sus canciones, uno con la guitarra se rascará el corazón y otro el hígado.