Supongamos que un día te despiertas y estás solo. Literalmente, absolutamente solo. Como por arte de magia. O como si alguien te estuviera concediendo un deseo que hiciste algún día en el pasado. Todos habían desaparecido. Espera, no me quejo, tiene su encanto. Por cierto, mi nombre es Dolores y un día, estaba sola.