Lo, co, mía. Tres sílabas que unidas son historia de nuestro país, de nuestra música y que encierran más matices de los que recordamos. Finales de los años ochenta y principios de los noventa, España lucha por cambiar, por modernizarse, por abrirse más al resto del mundo. A la vuelta de la esquina, unos Juegos Olímpicos y una exposición universal. Locomía, con su música para bailar, sus coreografías y sus abanicos, irrumpe en la escena musical y en la televisión española con unos aires de fiesta y transgresión que quizá se aprecien mejor hoy que entonces.